El día que descubrimos que hablábamos diferentes idiomas
Imagina esto: en una entidad como la tuya, con personas apasionadas por su causa, pero con equipos que parecen vivir en mundos completamente distintos.
Comunicación, tecnología, programas, fundraising… cada quien, con sus prioridades, su jerga y su propia visión del «éxito».
Un día, en una reunión clave para implementar un nuevo CRM, nos dimos cuenta de algo sorprendente: aunque todos trabajábamos por el mismo propósito, parecía que hablábamos diferentes idiomas.
Lo que para tecnología era «eficiencia», para comunicación era «empatía», y para programas era «impacto directo».
El reto no era solo elegir la herramienta adecuada, sino entendernos.
El poder de escuchar antes de alinear
Lo primero que hicimos fue algo simple, pero poderoso: escuchar.
Organizamos una sesión donde cada equipo pudo compartir cómo definía el éxito en su área y cuáles eran sus principales frustraciones.
Fue revelador darnos cuenta de que, aunque las palabras eran diferentes, las intenciones eran las mismas.
Esto nos llevó a preguntarnos: ¿cuántas veces damos por sentado que nuestras prioridades son obvias para los demás?
La clave está en construir un lenguaje compartido que nos permita alinearnos sin perder la esencia de cada equipo.
Construyendo puentes con objetivos comunes
Una vez que entendimos nuestras diferencias, pasamos a la acción: definimos objetivos comunes. Nos hicimos preguntas como:
- ¿Qué significa el éxito para toda la organización?
- ¿Cuáles son los puntos de intersección entre los equipos?
- ¿Cómo podemos traducir nuestras necesidades de manera que tod@s puedan entenderlas?
Trabajamos en crear un marco de trabajo donde cada equipo se sintiera representado y, al mismo tiempo, comprometido con un propósito compartido.
Resultó ser un ejercicio de empatía organizacional que generó no solo alineación, sino confianza.
Las herramientas adecuadas: facilitadoras, no barreras
Uno de los mayores aprendizajes fue entender que la tecnología, como un CRM, no es la solución mágica.
Más bien, es una herramienta que debe estar alineada con los procesos y la cultura organizacional.
Nos enfocamos en encontrar un sistema que hablara el «idioma» de tod@s, facilitando el acceso a información clave y fomentando la colaboración.
La adopción se hizo más sencilla cuando cada equipo vio reflejadas sus necesidades en la herramienta. En lugar de imponer procesos, los co-creamos.
Conclusión: Alinear es un proceso continuo
Alinear objetivos entre equipos diversos no es algo que se logra de la noche a la mañana, sino un proceso continuo de comunicación, escucha y adaptación.
La clave está en reconocer nuestras diferencias como una fortaleza y construir desde ahí.
Y tú, ¿te has encontrado en una situación donde parecía que hablabas un idioma distinto al de tus compañer@s?
Cuéntanos cómo lo resolviste y qué estrategias te han funcionado para alinear objetivos en tu organización.
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